VIII. Las Manifestaciones Religiosas
En la provincia de Lusitania, como en el resto de las del Imperio Romano, se contemplaron diversos cultos que llegaban a satisfacer las necesidades de sus habitantes.
Fue la religión oficial, la tradicional de Roma y el culto imperial, consentido desde el período augusteo y oficializado en el reinado siguiente, el que cobró mayor importancia por su sentido eminentemente político desde el comienzo del Principado. En diversas ciudades, en el Foro, las divinidades imperiales se mostraban a los ciudadanos desde su templo, o desde los altares o sacraria ubicados en los edificios de espectáculo como si de un palco escénico se tratara.
Los romanos, siempre permisivos, permitieron la continuidad de las divinidades genuinas, del terruño y así el culto a los dioses lusitanos, Ataecina y Endovélico principalmente, contaron con diversos santuarios.
De mucho predicamento gozaron igualmente las divinidades orientales, con sus prácticas religiosas fomentadas por la población llegada a estos lares desde el área del Mediterráneo Oriental.
Judíos y cristianos dejaron igualmente los testimonios de su presencia bien significativa, sobre todo en la etapa final, con referencias a la existencia de sinagogas en Emerita y en la misma capital con el ejemplo de la Mártir Eulalia.
En el catálogo se puede saber más sobre este tema a través de lo artículo:
- “Manifestaciones religiosas en la Lusitania romana occidental” de José d’Encarnação.
Efigie de un emperador divinizado Scaenae frons, Teatro, Mérida Período claudio-neroniano (41 – 60 d. C.) 165 cm x 66 cm x 40 cm Museo Nacional de Arte Romano – Mérida CE00639 |