IX. Una Lenta Transformación
El año 476 d.C., que marca simbólicamente la caída del Imperio Romano de Occidente, representa la conclusión de un proceso que contempla transformaciones importantes a partir del siglo III d.C., cuando Roma es gobernada por un poder político habituado a enfrentar rebeliones y levantamientos de los pueblos que formaban parte del Imperio o que hacían frontera con el mismo.
A principios del siglo V irrumpen en el escenario occidental sucesivos movimientos de pueblos germánicos que cruzan la frontera y no sólo no se someten a Roma sino que se rebelan contra ella.
Entre estas transformaciones hay que incluir la adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio, en el año 380, por parte del emperador Teodosio, suceso que tendrá un gran impacto en la sociedad y en el devenir del Imperio, aunque todo ello no llegó a modificar de forma significativa el modo de vida de las poblaciones que viven distantes de las grandes ciudades. En ellas se aprecia, incluso una buena convivencia de la tradición cultural y literaria pagana junto con la creciente devoción cristiana.
La invasión de Augusta Emerita por los alanos produjo momentos de incertidumbre aunque los pueblos de Lusitania no llegarían a abandonar las tierras que habitaban.
A finales del siglo III y durante el siglo IV, asistimos al auge de las grandes villae rurales. La gran oligarquía, invierte, como símbolo de prestigio, en la monumentalización de las propiedades donde vive con su familia. En los siglos siguientes, la falta de poder y de un gobierno centralizado que homogeneizase la vida en Lusitania, condujo a una evolución desigual dentro del mismo territorio.
En el catálogo se puede saber más sobre este tema a través de lo artículo:
- “La lenta transformación” de Enrique Cerrillo Martín de Cáceres e María Cruz Villalón.
Placa de la luna Mérida Siglos VI-VII 60 cm x 50 cm x 6 cm Museo Nacional de Arte Romano – Mérida CE26793 |