VI. La Economía y las Formas de Producción
La explotación de los recursos endógenos constituye la base de la economía de Lusitania.
En un primer nivel, la explotación diversificada de productos agropecuarios y marinos garantizaba la autosuficiencia alimentaria de la provincia y sus habitantes. Generaba también excedentes que se exportaban a otras regiones del Imperio.
Los metalla (canteras y minas) constituían una riqueza mayor, documentada por la literatura y confirmada por la arqueología: el mármol del anticlinal de Estremoz, abundantemente usado en la misma Lusitania, pero exportado también a otras provincias hispánicas; el oro del Tajo, aurifer Tagus, cantado por poetas y citado por diversos autores; el cobre de la franja piritosa meridional, con especial relieve para Vipasca (Aljustrel), entre otras explotaciones de menor entidad.
Habría también algunas exquisiteces del mundo rural, como las celebradas cerezas, las olivas de la región emeritense, la lana de Salacia (Alcácer do Sal) o los caballos lusitanos, cuya rapidez alabó Plinio el Viejo y que eran aún buscados y comprados para las carreras en Roma, en el siglo IV.
Muy importante ha sido también la explotación de los recursos marinos, utilizados para producir conservas y salsas de pescado. La riqueza piscícola del Atlántico aliada con las favorables condiciones climáticas que permitían la explotación conjunta del pescado y de la sal marina, obtenido a través de evaporación. En unidades de producción especializadas (cetariae) se fabricaban condimentos a base de pescado y sal, sobre todo, en los estuarios del Sado y Tajo y en las costas del Algarve. Estos apreciados alimentos, transportados en ánforas cerámicas, fueron ampliamente distribuidos por el interior de la provincia, tanto en las ciudades como en los establecimientos rurales, y exportados también para Roma y otras regiones del Imperio.
En el catálogo se puede saber más sobre este tema a través de los artículos:
- “Los recursos económicos y las formas de producción” de Jonathan Edmondson.
- “Lusitania en el contexto de la globalización romana” de Carlos Fabião.
Tábua de Vipasca II Aljustrel, Beja 117-138 d. C. 76,5 × 55 × 1,2 cm Museu Nacional de Arqueologia, Lisboa 989.35.1 |